PLAN NACIONAL DE DESARROLLO Y LA
LEY AVELINO SIÑANI – ELIZARDO PERÉZ HACIA LAS INDUSTRIAS CULTURALES
1. INTRODUCCIÓN
Uno de los males endémicos que los bolivianos han
venido arrastrando de generación tras
generación, es la falta de identidad propia, la carencia de valores positivos y
edificantes, porque estas “debilidades” han influido muchísimo para que Bolivia
desde su creación como república, sea considerada como una nación retrasada,
postergada y hasta menospreciada por unos y otros.
Me refiero a las “debilidades humanas” del egoísmo, la
envidia, la hipocresía, la mezquindad, la deslealtad, la demagogia y toda esa
cadena de “males endémicos” que los bolivianos vienen arrastrando desde hace
mucho tiempo. Esos males han traído los europeos (eurocentrismo), especialmente
los españoles. Los gobiernos neoliberales nunca hicieron nada para
contrarrestar esa cultura europeizante y por el contrario siempre nos han
impuesto una cultura externa y una educación foránea.
Por consiguiente, nunca más oportuno como ahora que se
vive un inédito proceso de cambio y de grandes transformaciones en Bolivia,
para revertir esas “debilidades” y defectos tan arraigados en muchos de los bolivianos
y tan perniciosos y dañinos a la vez.
El nuevo enfoque filosófico
del “Vivir Bien”, planteado en la Constitución Política del Estado y el Plan
Nacional de Desarrollo como una expresión cultural que recoge la cosmovisión de
las distintas culturas indígena originarias, constituye en la actualidad el
fundamento de toda política y acción del Estado Plurinacional.
Bajo este enfoque, en el ámbito
educativo se lleva a cabo la transformación del sistema educativo tradicional
por un nuevo Sistema Educativo Plurinacional expresado en la Ley de la
Educación “Avelino Siñani–Elizardo Pérez” y el modelo educativo socio
comunitario productivo, que promueven fundamentalmente el desarrollo y la
formación integral y holístico de las personas en comunidad y complementariedad
con la naturaleza y el cosmos.
Ahí está el gran reto de la
descolonización y esta tarea será posible en la medida en que ahora la
Educación desestructure, desarme el modelo educativo de la Ley 1565.
Precisamente, el espíritu de la nueva Ley Educativa “Avelino Siñani– Elizardo
Pérez”, apunta al rescate de los saberes y conocimientos ancestrales, y
fundamentalmente de recuperar, sensibilizar y desarrollar los valores socio-comunitarios.
Aquí surge una interrogante ¿Cuál es la Pedagogía
propia de los bolivianos? La respuesta es que nunca hubo. Actualmente, y por
primera vez se está empeñado en construir una propia pedagogía. De ahí la
importancia de la intraculturalidad, la interculturalidad y el plurilingüismo. Precisamente
es en función de este nuevo enfoque pedagógico socio comunitario productivo,
que se está trabajando ahora en la elaboración y construcción de los nuevos
diseños curriculares y de los nuevos contenidos.
Además, la expansión comercial de la cultura y la
comunicación agudiza las contradicciones de las políticas culturales
conservacionistas, tradicionalmente
ligadas a los sectores culturales clásicos que han venido abandonando cualquier
preocupación por las industrias culturales cuyos logros o fracasos con
frecuencia se dejan al albur de los mercados.
Tras los diversos paradigmas que, a lo largo de la
historia, han venido configurando la acción pública en favor de la cultura, comienza
a aparecer una nueva visión del quehacer público en torno a la noción de
diversidad cultural. Esa es la idea de un “ecosistema cultural” en la que el
concepto de cultura se va ampliando al de “recursos culturales” de toda índole,
tan vulnerables y dignos de protección como los recursos naturales.
La cultura, así entendida, no solo conserva su
carácter fundamental para la identidad de un país y su contribución esencial a
la cohesión social sino que, como efecto de la globalización, es percibida cada
vez más nítidamente como sinónimo de la imagen identificadora de un país en el
escenario global; más aún, la imparable combinación de la cultura con el
desarrollo de las tecnologías y de las
comunicaciones, se convierte no ya en un “contenido” con valor añadido, sino en
el elemento clave para el desarrollo sostenible.
2.
DESAROLLO
A)
HACIA LAS INDUSTRIAS CULTURALES
En la teoría de las industrias culturales, se puede
encontrar al menos cuatro momentos en los que la creatividad y lo cultural
toman importancia para el estudio de lo social. El primero de ellos tiene su origen
en el marxismo contemporáneo planteado por los teóricos de la Escuela de
Frankfurt.
La experimentación en análisis socio-lingüísticos,
las distintas teorías culturalistas y la
formación de comunidades simbólicas, permitieron generar cada vez un análisis
más acabado que permitió estudiar lo cultural como un elemento distintivo.
Algunos teóricos impulsaron nuevos estudios y tomaron como eje de sus análisis
a las industrias culturales, propiciando el estudio de sus dinámicas y las
innovaciones que plantean al sistema general de la vida.
Además entregaron las primeras pistas acerca de las
estrategias comunicacionales y de marketing que utilizan estas empresas en la
formación de imaginarios inconscientes. Los resultados de estas
investigaciones, motivaron para que en distintos países se generaran estudios
parecidos, generalmente incentivados por los Ministerios de Cultura de los
países u organizaciones internacionales.
En España, Bustamante (2007) ha realizado distintos
estudios sobre las industrias culturales y su influencia económica y laboral.
En Latinoamérica, el MERCOSUR impulsó distintas iniciativas en conjunto con los
ministerios de los Estados, teniendo como referente al argentino Octavio Getino
(2001). Estos mismos estudios, han venido acompañados de otro momento teórico
en el estudio de las industrias culturales, que se ha dado particularmente en
América Latina.
Las publicaciones de Jesús Martín Barbero y Néstor
García Canclini (1999) particularmente han conformado una visión local sobre la
globalización de la cultura y las transformaciones sociales de las comunidades
territoriales y las percepciones simbólicas. A través de un trabajo de
recolección de relatos cruzados, los teóricos han recopilado cómo y de qué
maneras ha afectado la globalización a la comunidad latinoamericana.
Un último momento de la teoría sobre las industrias
culturales, la globalización y la cultura de masas, tiene que ver con la
planificación urbana. Un tema emergente en nuestro país, pero que lleva ya
algún tiempo desarrollándose en las distintas aulas de Bolivia. Las discusiones
de Saskia Sassen y Richard Florida han retomado el tema de las industrias
culturales (o creativas ahora) y su relación espacial con cierto tipo de
organización urbana.
En la nueva ciudad, se crea un microcosmos social
capaz de resumir lo que en otra época estaba disperso. La emergencia de
distintas clases sociales como las clases creativas, son elementos de análisis
para estos teóricos que interpretan las nuevas transformaciones sociales en la
cultura de las ciudades. De alguna manera, la organización social de las
ciudades globales, fomenta un tipo de creatividad particular y muy productiva.
A este encuentro, el concepto de industrias culturales
va quedando cada vez más estrecho y es posible pensar en un nuevo tipo de
industria particular que se desarrolla las ciudades globales. Los momentos
reconocidos aquí, como forma de organizar una línea teórica sobre el estudio de
la cultura, las industrias culturales y los procesos de globalización se han
sucedido de manera artificial.
1.
Conceptos de industrias culturales y creativas en la globalización
En el concepto original desarrollado por los teóricos
de Frankfurt, la Industria Cultural,
representaba un gran sistema unificado en sus modos de funcionamiento que
organizaba las distintas expresividades comunicativas como la radio, la
televisión, el cine, la música y el libro.
A medida que el concepto se fue desarrollando, se
comenzó a hablar sobre industrias culturales como una multiplicidad de
industrias que interactúan entre sí. En este caso, se está hablando en particular de la industria
editorial, la industria de la música, la industria del cine y la industria de las
telecomunicaciones y el info-entretenimiento.
El enriquecimiento de este concepto ha permitido
conformar una mirada particular al desarrollo de cada una de esas industrias,
enfocándose en sus propias dinámicas y modelos de interacción. Hoy en día el
concepto se ha transformado nuevamente y cabe discutir si esta transformación
permite analizar la complejidad del fenómeno o no.
Las
industrias creativas,
son en este caso todas aquellas
industrias que están relacionadas a un trabajo creativo como podría ser
además de la música, el cine y la literatura, el diseño, el desarrollo de
videojuegos y software interactivos, incluso la arquitectura, el turismo y el
patrimonio en el sentido que requieren de una organización creativa para su
funcionamiento.
El concepto, validado por la UNESCO, no por ello
elimina los problemas analíticos que presentaban los antiguos conceptos. Al
contrario, pareciera ser que el concepto de industria creativa, abarcando una
totalidad del actual sistema industrial, genera más desafíos que soluciones.
Esto, porque en el contexto de una sociedad de consumo como la concibe Bauman
(2007), los procesos de apropiación material, son esencialmente simbólicos, es
decir, suponen un consumo de imagen por sobre el producto en sí, generando
alrededor de la industria todo un aparato creativo para el posicionamiento de
la marca.
En este sentido, se podría decir, que todas las
industrias son industrias creativas, en el sentido que utiliza los recursos
audiovisuales, simbólicos y comunicacionales en su aparato productivo.
Pareciera ser, que en la transformación global de la industria, está implícita
la conformación de este aparato tecno-creativo.
Lo cierto es que las industrias culturales son un sistema en movimiento que transforma
nuestras percepciones. Se articula de maneras estratégicas en distintos
segmentos de la vida cotidiana de las personas. Ocurre en distintos lugares y
se dirige a una multiplicidad de territorios, transformando los modos de vida
de las personas y los sistemas de comunicación.
2. Importancia
de las Industrias Culturales y de la Comunicación
La importancia de las industrias culturales ha crecido
en términos relativos mucho más que la mayor parte de los otros sectores y, en
términos económicos, ellas representan en las naciones más industrializadas
-como los de EE.UU- el tercero o el cuarto lugar en cuanto a recursos internos
movilizados y a obtención de divisas en los mercados externos.
No sólo autofinancian las actividades culturales que
generan, sino que obtienen de ellas importantes beneficios económicos. Además,
conforman el sector más dinámico de la cultura de cada país. Si ésta es, como
se ha dicho, el “alma” de una nación o de una comunidad, las industrias
culturales actúan como el motor que dinamiza su expansión y desarrollo.
En cuanto a su incidencia social, las industrias
culturales representan el sector de mayor crecimiento relativo del empleo,
modificando a su vez, en las estructuras culturales del mundo las tradiciones y
formas de ser de las comunidades, con un fuerte impacto en los intercambios y
en la política y la vida cotidiana de los individuos.
A escala internacional, las industrias culturales y de la
comunicación son a su vez, desde hace dos o tres décadas las que generan más
empleo que cualquier otro sector industrial. Consideradas en su conjunto,
constituyen hoy un negocio cercano a los 1,6 billones de dólares, con ventas
anuales que equivalen al 12% del valor de la producción industrial en todo el
mundo.
4. Producción
cinematográfica en Bolivia.
Cuando se habla de industrias culturales, se debe
tener en cuenta que este concepto estuvo directamente asociado con la
mercantilización y la producción de bienes, todo en función a la noción
capitalista, así se lo desarrolla en el texto titulado “El debate de las
industrias culturales en América Latina y la Unión Europea” (Diana Rey Vásquez,
2009).
Pero desde un enfoque alejado del capital, los
conceptos que estarán estrechamente vinculados con la visión de un pensamiento
anclado en el desarrollo, serán: creación, producción, circulación y
apropiación social. En esa perspectiva, el presente artículo identificará la
configuración de la industria cultural boliviana desde el análisis de su
producción audiovisual, teniendo en cuenta la articulación de aspectos tales
como la sostenibilidad y sociedad de la cual es parte dicha industria.
Los pasos para llegar al fin propuesto son diversos,
en ellos se dibuja la necesidad de una conceptualización adecuada del objeto de
estudio, es decir, el esclarecimiento delo que implica el conjunto de las
palabras “industria cultural” en el contexto latinoamericano. Además una
identificación histórica que permita explorar la trayectoria de la producción
audiovisual boliviana.
4.
1. ¿Cómo se va configurando la Industria Cultural boliviana desde el análisis
de su producción audiovisual?
Desde una visión en función del Desarrollo, tomando
distancia de las miradas heredadas de la modernidad en las cuales el capital
era el articulador de toda actividad humana, el concepto de industria cultural
adquiere una nueva connotación.
Según Guillermo Mastrini Becerra (2007): todo el proceso
histórico que ha sufrido Latinoamérica lo ha llevado a repensar ese conjunto de
bienes que forman parte de las industrias culturales e insertar conceptos tales
como:
·
Creación. Una nueva
visión, una manera de repensar las propuestas para la generación de las
industrias culturales. Un enfoque deconstructivo para no crearen base a lo pre
existente y repetir modelos, sino crear en función al contexto y la proyección
hacia el futuro.
·
Producción. Esta es una
de las partes más importantes al momento de hablar en políticas de fomento a
las nuevas creaciones que se estén desarrollando en el área audiovisual, para
analizar este punto se analizará más adelante dicho apoyo.
·
Circulación. ¿De qué
sirve o serviría crear y producir si no existe la circulación? Este es un punto
determinante para valorar los procesos previos para la generación de industrias
culturales en Latino América. Se conoce que la competencia con gigantes en el
área es muchas veces injusta y desproporcional, por ello la circulación no debe
ser un factor que se tome a la ligera.
·
Apropiación social. ¿Cuánto de lo que se produce lo sentimos nuestro? En
otras palabras, ¿existe ese reconocimiento mutuo entre el productor y su público?
En el caso concreto de América Latina y específicamente en Bolivia, la
respuesta podría ser afirmativa, ya que el cine boliviano, especialmente el
cine revolucionario impulsado por Jorge Sanjinés ha tenido en cuenta – más
que a los públicos- a los protagonistas reales de las luchas sociales, por ello
la apropiación social fue más contundente. Al respecto de estos conceptos,
Octavio Getino dirá:
Tratándose de las Industrias Culturales de los países del MERCOSUR, ellas
han representado históricamente una poderosa fuerza para el conocimiento mutuo
de sus pueblos, a través de la contribución prestada por la producción y
circulación de bienes y servicios culturales y comunicacionales, como lo son la
música, el libro, las publicaciones periódicas, la radio, la televisión y el
cine. Además de su significativa presencia, en permanente crecimiento, en el
PIB, la PEA y la balanza comercial de cada país (Getino 2001).
En otras palabras, el papel
de los medios masivos de difusión fue y es de gran importancia, puesto que
entra en la discusión a causa de los flujos e intercambios mediáticos y la
globalización. Se han tejido cambios significativos al respecto, es así que, si
bien a principios de los años setenta, la producción televisiva circulaba en
una solo vía: De los países del primer mundo al resto del mundo. Posteriormente
algunos países como México en desarrollo medio, empezaron a producir para el
resto de América Latina.
Los estudios de la industria iberoamericana mostraron
que varias redes en América Latina se consolidaron en sus mismos públicos y se
convirtieron en referentes de exportación. “Los países latinoamericanos deben
generar la capacidad para cubrir una parte importante de esa demanda al
interior de cada uno, y para que exista una oferta latinoamericana, pertinente para
esa misma demanda ampliada” (Sánchez 2006, pág. 211).
4.
2. Bolivia revolucionaria
En Bolivia se pensaba en cine desde la revolución y
las luchas de los movimientos sociales. Francisco Javier Gómez Tarín, en su
artículo titulado Cine y revolución en Latinoamérica Las décadas 60 y 70. “El
enemigo principal” como paradigma ”muestra que en esta región, a principios de
los años 60 se buscaba dar un nuevo enfoque a las producciones
cinematográficas, algo propio y único, llegando a hablarse de un nuevo cine
Latinoamericano.
Jorge Sanjinés consiguió ser precursor en dicho
paradigma. Con el primer cortometraje denominado revolución en 1963 se mostró
la intención de generar debate en función de lo que acontecía no solo en
Bolivia sino en el resto de la región. Se deberá conocer que no se tenían los
recursos económicos para lograr una producción de gran nivel, pero pese a ese
obstáculo, se consiguió su creación, circulación y apropiación social.
Gómez asegura que en las primeras películas de
Sanjinés se evidenciaba la tradición del documental; era palabras de Jorge
Sanjinés, un cine de observación, de combate y de testimonio. No se puede negar
la coherencia incuestionable en el objetivo del discurso de este autor en torno
al imperialismo americano y la reivindicación de la cultura indígena. Las
lenguas nativas cobraban protagonismo en sus films y cuestionaban la sociedad
de la que eran parte.
El largometraje “enemigo principal” se convirtió en la
obra magistral de este autor. Al igual que sus producciones previas este film
fue capaz de superar las deficiencias técnicas mediante un discurso múltiple. La
intervención de un proceso colectivo con indígenas, actores, e incluso la
propia guerrilla le dio un toque autentico a esta película superando incluso lo
revolucionario.
Finalmente, en Bolivia se busca la reforma a la ley de
cine vigente, esto ha significado una necesidad y una demanda constante para
fomentar la producción audiovisual en el país. El Consejo Nacional del Cine
Bolivia (Conacine) ha sido el sector que se pronunció y seleccionó al
comunicador social y realizador audiovisual Nelson Martínez para la realización
de una evaluación de la ley de cine vigente y para la formulación de un anteproyecto
a dicha ley.
Otros sectores que también mostraron contrapropuestas
son: la Asociación de Cineastas de Bolivia (ASOCINE), Sindicato de Trabajadores
del Cine (SITRACINE),Cámara de Empresarios Cinematográficos, Fundación
Cinemateca Boliviana y Asociación de Trabajadores de la Imagen de Bolivia
(ATIB).
B)
PLAN NACIONAL DE DESARROLLO
El Gobierno del
Presidente Morales, publicó el “Plan Nacional de Desarrollo Bolivia digna,
soberana, productiva y democrática para vivir bien", anunciado desde el 18
de abril de 2006. Como su nombre lo indica, el plan se estructura a partir de
cuatro componentes:
·
desarrollo con inclusión social.
·
descentralización y poder social comunitario.
·
trasformación de la matriz productiva, de industrialización y
exportación con valor agregado.
·
cambio en el enfoque de las relaciones internacionales.
Cada uno de los
componentes implica una estrategia que procurará construir una Bolivia
multinacional y comunitaria. Donde el Estado sea el promotor y protagonista del
desarrollo, distribuidor de la riqueza e impulsor de la convivencia entre la
economía comunitaria y privada.
Esta política
de gobierno implementa una idea cultural de convivencia y de inclusión social
como modelo, en la cual la Comunidad será la célula de la organización regional
y sus autoridades tradicionales locales asumirán un rol preponderante pues
estarán dotadas de responsabilidades y competencias públicas para su
participación legal y legítima en los llamados Comités de Desarrollo Regional,
que a su vez dependerán del Comité de Desarrollo Nacional.
C) LEY
070: AVELINO SIÑANI – ELIZARDO PERÉZ
Para la formación de los estudiantes es
sustancial priorizar las especialidades que respondan a las potencialidades
socioeconómicas productivas locales y regionales, las mismas que están
enmarcadas en el Plan Nacional de Desarrollo “Bolivia Digna, Soberana,
Democrática y Productiva”, seguida del Plan Estratégico Institucional que se
desarrolla en cuatro ejes estratégicos: Oportunidad y Equidad, Educación de
Calidad, Educación Productiva y Fortalecimiento de la Gestión Institucional.
Para tal efecto, las nuevas bases políticas y educacionales se establecen de la
siguiente manera:
1.
Educación para la
producción
La educación debería dejar de ser solamente un bien de
consumo, para convertirse en un bien de producción; para ello, los institutos
de formación profesional instituirán una educación de aprendizaje productivo
que es un modelo integral de redes de conocimientos prácticos, puesto que todos
interactúan en el proceso, con la elección, el diseño, la experimentación y la
evaluación de actividades dentro de los procesos productivos (insumo,
transformación, producto y comercio justo) tomando en cuenta la reciprocidad
con la Madre Tierra, valores de aprendizaje en una visión de país que supere los
principios del neoliberalismo (Ley 070,).
La educación productiva debe estar relacionada con la
sociedad, insertándose en un contexto sociocultural, económico y político. Por
ello, la educación productiva, por ser dinámica, propicia la participación y el
incentivo al trabajo. Esto no es otra cosa que emprender una política curricular
que esté planteada a partir de las demandas laborales, de las necesidades socioeconómicas
productivas de las comunidades, recuperando los saberes, conocimientos y
tecnologías ancestrales para formar estudiantes con la visión productiva y no
así sólo consumidores.
2. Educación para la innovación productiva integral
La idea del Plan Nacional de Desarrollo para “Vivir
Bien” y sus objetivos específicos sobre educación superior contemplan que: “La
educación superior asumirá un rol protagónico en la transformación a través de
un nuevo sistema y estructura curricular, así como ofertas académicas
vinculadas a la producción, estableciendo como eje articulador la investigación
científica aplicada y tecnológica”.
Es decir, se debe pasar de escuelas de enseñanza a
escuelas técnico -productivos de Innovaciones Tecnológicas o, lo que es lo
mismo, escuelas que generen, adapten y apliquen ciencia y tecnología para su
formación profesional a futuro con capacidades en el desarrollo de la ciencia y
tecnología del más alto nivel, con vocaciones productivas, a través de la
práctica–teoría–producción para contribuir en el desarrollo de las comunidades,
de las regiones y de los departamentos del Estado Plurinacional.
Por otro lado, los estudiantes deben practicar la
pedagogía comunitaria de “aprender produciendo” y “aprender haciendo”, tomando
en cuenta el aprendizaje innovador, como“ la incorporación y la práctica de
nuevos valores, actitudes, metodologías y destrezas necesarias para encarar la
vida y la actividad en un mundo en constante cambio”, sin descuidar la visión
de desarrollo productivo.
En otras palabras, la formación profesional técnica
debe articular los saberes, conocimientos y tecnologías ancestrales con los
conocimientos universales para el aprendizaje innovador. Tal como, Simón Yampara
señala que: “el encuentro entre conocimiento ancestral y milenario, más el conocimiento
universal centrado, da como resultado un conocimiento profundo y sincronizado”.
3. Educación para el Vivir Bien
Vivir Bien es el proceso de restablecer el equilibrio
de intereses sociales, la reciprocidad y armonía del hombre con la naturaleza,
con el cosmos vivo y la redistribución económica. En este contexto, las
poblaciones en su conjunto deben participar activamente en el proceso de
mejoramiento del modo de vida, bajo el enfoque de las gestiones colectivas o
comunitarias económicas para Vivir Bien.
Aprovechando de manera sostenible y equilibrada los
recursos renovables y no renovables que poseen en el espacio que ocupan, tal
como se plantea en el Plan Nacional de Desarrollo para “la construcción cultural
en el campo de la investigación en distintos grados y niveles de educación vinculada
a la región–comunidad, a la producción y a la identidad cultural, respondiendo
a las necesidades y vocaciones productivas locales, a las demandas de la nueva
matriz productiva que impulse el desarrollo económico del país…”
Para Vivir
Bien, es sustancial que los nuevos estudiantes técnicos intercambien sus
saberes con los integrantes de las comunidades en el proceso de las actividades
productivas, incrementando así la calidad de la producción y el bienestar de
esos grupos de comunarios, es decir, la formación de profesionales técnicos y
tecnológicos, se diversificará y se flexibilizará en la currícula, adecuándola
a los contextos socioculturales y regionales del país.
1. 4. Educación “de” la Vida y “en” la Vida
El trabajo es parte de la vida, en el entendido que la
educación de la vida está relacionada con el trabajo. El trabajo es un espacio
privilegiado para el crecimiento y una actividad social del sujeto
transformador; asimismo, acrecienta el bienestar integral y el modo de vida.
Constituye sentidos de la vida y percepciones de la realidad; implica incluir de
manera expresa esta dimensión en la definición de la nueva formación de los
estudiantes.
La educación de la vida implica tomar en cuenta a la
persona como un complejo integral que tiende a construir su humanidad, su
crecimiento personal y el de su comunidad o sociedad mediante el trabajo. De
manera específica, significa el desarrollo de capacidades que le permitan una
comprensión y un desenvolvimiento genuino en distintas situaciones sociales de
las nuevas formas de organización del trabajo.
Es fundamental establecer un proceso permanente de
formación profesional, concibiendo un eje vertical por el cual la formación, la
educación y la capacitación duren lo que dura la vida de una persona, porque el
trabajo es entendido en su concepción más amplia como cultura, como actividad
reflexiva, como principio del proceso de construcción y producción del conocimiento
científico y tecnológico.
Además, es visto como la propia producción de la
existencia humana, el trabajo es vida, “puesto que a vivir bien el hombre, la
educación ha de prepararlo para la vida”, es terapia del ser humano, y felicidad
para el hombre. Todo ello encaminado a establecer una real igualdad de
oportunidades con equiparación de condiciones y posibilidades para todos los
bolivianos sin discriminación, ni exclusión de ningún tipo en materia educativa
y cultural del país.
3.
CONCLUSIONES
Cuando se dice que la educación es un factor
determinante y fundamental para el desarrollo de un determinado país. En
Bolivia, esta tesis no fue orientada hacia el desarrollo, sino hacia los fines
políticos para perpetuarse en el poder; por tanto, repercute y concientiza poco
a los profesores, estudiantes y a la sociedad en general.
Desde hace años, por no decir desde la fundación de
nuestro país, ninguno de los responsables de la educación de nuestra niñez y
juventud, fue capaz de acuñar y proponer un pensamiento o frase de desarrollo;
a inculcarse en el sistema educativo nacional, como los japoneses, por ejemplo,
cuando inculcan a sus estudiantes de primaria el tema que “Japón es pobre, no
cuenta con recursos propios, la única solución de sobrevivir es importar materia
prima y darle valor agregado y exportar para obtener ganancias necesarias, de
lo contrario moriremos, por lo que los japoneses tienen miedo de no trabajar”.
En Bolivia, como la única solución para salir del
subdesarrollo y la pobreza se debería inculcar a nuestros estudiantes,
principalmente de primaria y secundaria, el siguiente pensamiento: “Producir,
transformar e industrializar nuestras materias primas y productos
agropecuarios”, dándoles valor agregado y exportar para obtener ganancia. Y
practicando en las unidades educativas los sabios valores, como es la trilogía
incaica del: “ama qhella, no seas flojo; ama llulla, no seas mentiroso; ama
sua, no seas ladrón”. De lo contrario se seguirá siendo pobres,
subdesarrollados y dependientes, consumiendo productos extranjeros.
Puede ser una oportunidad la Ley 070 Avelino Siñani-
Elizardo Pérez, cuando propone educación productiva. Se necesita, pues, cambio
de actitud de todos y todas. Enseñar a nuestros estudiantes a fabricar algo, y
que sean buenos productores y exportadores. No es justo, por ejemplo, el
desabastecimiento de alimentos, teniendo tierras vírgenes para producir. Sólo
así se podrá cambiar la situación actual de Bolivia. Hay que cambiar de
pensamiento y de actitud.
Por otro lado, la industria cultural vista desde el
enfoque capitalista no contribuye a procesos ricos de apropiación e intercambio
cultural. Los estudios de la cultura, desde una mirada más poscolonial
cuestionaran caducos modelos de industrias culturales. Lo fundamental es
recordar los componentes de este nuevo enfoque: Creación, producción,
circulación y apropiación social.
Las industrias culturales aportan así un valor añadido a
los contenidos, al mismo tiempo que construyen y difunden valores culturales de
interés individual y colectivo. Son por ello esenciales para promover y
difundir la diversidad cultural así como para democratizar el acceso a la
cultura ya que, con la generalización de los bienes y servicios culturales, el
hecho cultural pierde el carácter presencial que la hacía históricamente
elitista.
Abocadas a fomentar y apoyar la creación que constituye
su “materia prima” fundamental, las industrias culturales tienen también una
imperiosa necesidad de innovación constante y una estructura económica
particular; el núcleo ineludible de su
negocio consiste en transformar contenidos culturales - valores simbólicos - en
valor económico.
La indisoluble dualidad cultural y económica de las
industrias culturales se extiende obligadamente a sus productos que, por esa
misma razón, no pueden ser considerados como meras mercancías de consumo o
entretenimiento. A todo ello se añade que su crecimiento en la década de los 90
ha sido en muchos países exponencial en creación de empleo y en contribución al
PIB. La globalización ofrece nuevas e importantes oportunidades para su
desarrollo pero también desafíos que es preciso analizar.
Como tarea los bolivianos tenemos el de fortalecer
instituciones como el Consejo Nacional de Cine Conacine de forma sistemática y
comprometida con el propósito y objetivo principal de la ley, que es el fomento
y desarrollo del cine y audiovisual bolivianos, resulta crucial, pero en estos
momentos se encuentra postergado, no por la falta de participación, sino por la
contradicción de algunas políticas de Estado.
Otro elemento a considerar
es la formación de cineastas o profesionales del audiovisual. Se requiere de un
rigor en los contenidos, en la metodología, en la teoría, en la práctica, y
sobre todo en la filosofía; para ello se requiere facilidades de estudio. A ello
se puede agregar la estructuración de contenidos y
metodologías que integrar en las mallas curriculares según los diferentes
niveles de educación de que se trate.
Una ley que rija el porvenir del cine boliviano en los
años venideros, desarrollará cambios importantes en ese rubro, entre quienes
los conocedores de los elementos que deben constituirla, los procesos y áreas
que involucra. Resulta todo un desafío para el Estado Plurinacional tener que
establecer una ley que plantee una base crítica, diferente de las que están
ancladas solo en el mercado y su consumo.
El debate comienza cuando
interviene la importancia económica, donde se juegan puntos importantes como el
acceso para el financiamiento de las mencionadas expresiones culturales. Con la
finalidad de mantener el control de la comercialización de las mismas y su
promoción internacionalmente.
En ese sentido, conviene
reflexionar y actuar para dar voz a esa diversidad boliviana y no seguir siendo
simples consumidores de contenidos foráneos y que repiten la homogenización,
sino por el contrario se debe empezar a producir, pero antes de ello comenzar
con políticas que beneficien esa producción en beneficio de los sectores que aún
no han sido tomados en cuenta en los contenidos de las industrias culturales.
Las
industrias culturales están llamadas a competir en el mercado internacional,
pero solo algunas lo hacen con éxito. Sin intervención incitativa de los
poderes públicos, las industrias culturales tienden a desarrollar al máximo sus
potencialidades comerciales. Lo que no es rentable, simplemente no se produce.
Se va así a un escenario de
concentración, de contenidos generalistas triviales que buscan satisfacer la
demanda del máximo común denominador repitiendo hasta la saciedad fórmulas
sencillas de éxito seguro acompañadas de fuertes inversiones en promoción, lo
que actúa en detrimento de la diversidad creativa de autores y artistas. Este
es el primer desafío a la diversidad cultural.
4.
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Información y Comunicación Vol. 11, Guadalajara: Universidad de Guadalajara.
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